La subida del gasóleo pone contra las cuerdas al transporte: “Es insostenible”
El precio del diésel se dispara un 30% y bate máximos desde 2013 en un momento crítico para las empresas de un sector en el que la pandemia ha hecho estragos
El encarecimiento de los carburantes es mucho más que un quebradero de cabeza para los hogares. El sector del transporte ha visto cómo el gasóleo, por mucho el combustible más utilizado en su actividad, se disparaba más de un 30% en lo que va de año, hasta su nivel más alto en más de ocho ejercicios. Este incremento de costes supone un severo golpe para sus cuentas de resultados, ya de por sí muy mermadas tras año y medio largo de pandemia. Y la sacudida es transversal: en mayor o menor medida, afecta a transportistas de mercancías de largo radio, taxistas, empresas de autobuses, firmas de paquetería y aerolíneas. Prácticamente nadie se libra.
Camiones: “O repercutimos la subida o vamos a caer muchos”
Para José Ramón Jimeno, autónomo de 44 años que tiene su base de operaciones en el puerto de Valencia, la escalada en el precio del gasóleo es “insostenible”. En el último mes, dice, sus costes han aumentado en 800 euros únicamente por este factor. “A eso hay que sumar las ruedas, que han subido un 15%, y el AdBlue (el aditivo para que los motores diésel modernos reduzcan sus emisiones), que es 20 céntimos más caro de una semana para otra”, apunta por teléfono desde Murcia, donde hace la segunda carga del día.
Para un sector en el que casi seis de cada diez trabajadores son autónomos o empresas de menos de tres camiones y el gasóleo supone la tercera parte de los gastos operativos, una subida del 40% como la registrada en el último año, y de más del 30% desde el 1 de enero, es un problema de envergadura. “Te obliga a recortar gastos sí o sí: alargas las revisiones, el cambio de ruedas… Como decimos entre nosotros, vas comiéndote el camión”, resume Jimeno. “Ni trabajando el máximo de horas que permite el tacógrafo sale el jornal. O repercutimos esta subida de precios o vamos a caer muchos”.
El problema es que, aunque a que la ley dice que esa subida debe trasladarse a las tarifas que cobran estas empresas, en la práctica en la mayoría de casos no es así. “Hay que incluir un régimen sancionador para que se cumpla. Si no, quien lo paga es el transportista”, apunta Víctor González, presidente de la Federación Nacional del Transporte por Carretera (Fetransa).
“La ley dice una cosa, pero nosotros al final nos regimos por la oferta y la demanda”, refrenda Pedro Gulló, administrador de la empresa familiar Transcur, con sede en Caudete (Albacete) y una flota de ocho camiones propios y otros 10 más subcontratados y que se dedica, sobre todo, al transporte de fruta para la exportación. “Con nuestros camiones propios, la rentabilidad ahora mismo es casi nula. Es insostenible: el Gobierno tiene que actuar”, clama.
En el caso de los camiones refrigerados —que consumen más carburante, al tener que alimentar el sistema de frío—, el gasóleo ya se ha convertido en la primera partida de costes. “Estamos olvidados de todo dios y nuestra capacidad de negociación es muy frágil”, lamenta Antoni López, presidente de la asociación Atfrie. “No solo estamos atomizados frente a nuestros clientes, sino también frente a nuestros proveedores de carburante: son tres o cuatro y no vemos que haya competencia entre ellos”.
Con un trecho cada vez mayor entre costes e ingresos de los transportistas, la sombra de la huelga de 2008 —cuando el gremio paró una semana para protestar por la subida del carburante— ya planea sobre el sector. “No sé si se llegará a eso, o si el Gobierno presionará antes a las petroleras para que bajen los precios. Si no hay medidas, no lo descartamos”, sentencia Juan José Gil secretario general de la Federación Nacional de Asociaciones de Transporte de España (Fenadismer).
Aunque los gigantes del sector no son ajenos a la subida del diésel, les es mucho más fácil trasladar el aumento de costes a sus tarifas. Ese es el caso, por ejemplo, de XPO Logistics, cuyo presidente en España y Europa, Luis Gómez Izaguirre, sostiene que lo van a poder repercutir a sus clientes “en un porcentaje muy alto de casos”. También Andrés Valverde, director de Operaciones de Primafrio, con 2.000 camiones y 3.800 conductores, cree que el mayor coste del diésel —”que ronda los 300 euros en cada viaje internacional”— se podrá trasladar, al menos en parte, a la tarifa que cobran.